Monday, October 4, 2010

Florida Latinoamericana by Neftalí Olmo






La Cultura, la Medicina, y la Experiencia Personal de la Quimioterapia

Algunas experiencias vividas a través de una estadía prolongada en la nueva nación Latinoamericana

Octubre 2010

Por Neftalí Olmo Terrón MD DFAPA

Forzada mi presencia en “la Florida”, por motivo de un tratamiento especializado, he sido invitado a compartir mis experiencias con mis colegas a través de este medio, a lo cual accedo con placer.

Ya conocía el Estado, (explorado por nuestro primer gobernador, don Juan Ponce de León, cuyo nombre lleva una de las vías principales de Miami), gracias a mis visitas previas a todo lo largo del Estado, recorriendo toda la extensión de la autopista Interes-tatal 75. Tambien habia conocido el litoral del Golfo, hasta St Petersburg. Había sido impresionado por la limpieza, el orden, el respeto, y la cordura al conducir por las vías públicas en la mayor parte del Estado. Asimismo había tenido exposición al carácter multinacional de la cultura local y la presencia boricua, particularmente en el sur del Es-tado. Había extrañado, sin embargo, el calor humano de mi bella islita borincana.

Pero en esta ocasión he tenido la oportunidad de profundizar en mis observaciones, así como la experiencia de la prestación de servicios médicos desde un nuevo punto de vista… como paciente en el exterior.




LA CULTURA DEL SUR DE LA FLORIDA

Impresiona ver el número de “latinos” en esta area. Ciudadanos latinoamericanos, mayormente hispanoamericanos, cubanos en su mayoría, pero incluyendo además miles de prójimos boricuas, venezolanos, colombianos, centroamericanos, y de otras nacionalidades “latinas”. (Creo que el termino es correcto pues las naciones sure~as incluyen “portugueses” en Brazil y hasta cierto punto “italianos” en Argentina.)

Obviamente en las cercanías de Miami la presencia cubana es absoluta.
En otras poblaciones la mezcla es mas variada. Somos fácilmente reconocibles por el acento y por la pinta. Los encontramos en los Bancos, en las tiendas, en el restaurant, en los Hospitales... dondequiera. La cercanía espiritual es instantánea, obviamente mayor cuando me encuentro con un puertorriqueño. En la mayoría de los casos llevamos nuestra bandera en el auto. Rápidamente buscamos las comidas criollas y en Pembroke Pines encontramos a Borinqueya (mezcla con “Quisqueya”), y La Cocina Puertorriqueña, por mencionar solo dos ejemplos. Tambien encontramos GUARAPO!

Que hacen los hispanos aquí? Hacen de todo, desde trabajos básicos a banqueros y profesionales. En Cleveland Clinic Florida el jefe de cirugía colorectal es de Ponce.

La presencia de judios en esta cultura es notable. Originalmente caracterizada mayor-mente por neoyorquinos retirados en busca de un clima benigno, hoy en día su presencia es universal, en los negocios, en la banca, en las escuelas... Estas últimas honran los días feriados de los seguidores de esa fe/raza/extirpe. Contrario a mis experiencias anteriores en el “Midwest” veo con agrado el que mis hijos sean invitados a cumpleaños de amigos y compañeros judíos. Esto parece demostrar una mayor interaccion entre las diferentes culturas.

Las emisoras de radio difunden programación en ocasiones exclusivamente latina. Llama la atención, en su mayoria, dos renglones:

1. Los locutores, de todas las procedencias hispanas usualmente reflejan un dominio y un respeto notable por el castellano. Se nota un contraste con nuestro desdén habitual por el lenguaje. Ellos pronuncian correctamente, incluyendo la “s” al final de las palabras y poseen un vocabulario frecuentemente extenso y sofisticado. Creo que este es un problema muy importante. En otras publicaciones he destacado la importancia de aprender, desarrollar, y poseer un vocabulario solido y así poder educar mejor a nues-tros hijos, y como esto podria ser uno componente significativo en el mejoramiento del nivel de la salud mental de nuestro pueblo. El desarrollo de esa funcion es importante y fundamental para el desarrollo de ideas y conceptos complejos, para una mejor capaci-dad de abstracción, y para una mejor síntesis en la producción comunicativa. Facilita mayor precision en el sentido de, y la prueba de, la realidad. Como uno de los compo-nentes del potencial pronostico de nuestros pacientes se basa en parte en la calidad de los logros premorbidos (independientemente de la severidad del cuadro psiquiatrico), esta funcion esta tambien directamente relacionada con el futuro del tratamiento que le ofrecemos a nuestros pacientes (Ver Kernberg, The Menninger Foundation Psychothe-rapy Project).

2. La música es distinta en su variedad y calidad de las selecciones en las varias esta-ciones hispanas de la zona. Como ejemplo de muestra y comparacion, la estación bori-cua en la red del señor Alarcón es diferente en su Z93 de Puerto Rico versus su 92.3 en la Florida. Z93 es “Salsa”. 92.3 es “Clásica”, música de los 70 y 80 en español y en inglés. Los números de España y la República Dominicana son frecuentes. Y lo que más impresiona y desconcierta a un visitante boricua es oír versiones distintas de las originales a las cuales estamos acostumbrados por medio de El Gran Combo y otras agrupaciones con las cuales estamos familiarizados desde su origen. Es posible que así como ocurre en la isla, la selección de música está determinada por consideraciones de “royalties” y “copyright”.

LA MEDICINA

Estoy siendo evaluado y tratado en un centro médico en la cima de la medicina nor-teamericana. Así que no es justo comparar el nivel operacional de la misma con otras instituciones, no digamos de nuestras pequeñas practicas individuales.

En Cleveland Clinic Florida, por ejemplo y como dije anteriormente, el jefe de cirugía colorectal es de Ponce. Me vio un cardiólogo argentino, un internista cubano, una en-docrinóloga colombiana, un oftalmólogo anglosajón, y un oncólogo vietnamita! Vaya colección! Y todo esto dentro de unos departamentos con unos “endowments” formi-dables fundados por filántropos, frecuentemente judíos.


El mayor contraste es la total digitalización de los expedientes. En cada punto de con-tacto con el paciente hay no solo un terminal de computadora con acceso al expediente total y cumulativo del paciente, sino que además hay siempre un “scanner” pequeño capaz de digitalizar al instante los documentos en papel que se someten, y así pasan directa e inmediatamente al expediente digitalizado.

En cada estación de enfermería en el Hospital hay media docena de “stands” sobre ru-edas con una “laptop” que al conectarse con la corriente se incorpora al sistema direc-tamente o por “WiFi”.

Cada profesión tiene su código de acceso así como al dominio de distintas partes del expediente. De esa forma cada persona tiene una huella digital que lo identifica como autor individual con la identidad de proveedor que posea.

Demás está decir que este nivel de digitalización es extremadamente costoso. Mientras que la digitalización de un practicante individual pueda ser relativamente sencilla, la conversión de los hospitales a este sistema será por demás prohibitiva y costosísima. Por otro lado, la conveniencia y mejoramiento de la calidad de tratamiento son insusti-tuibles. Ese es el nivel aproximado al que operan los sistemas el Departamento de Asuntos del Veterano y las Fuerzas Armadas.

En un sistema de salud grande el paciente debe identificarse en cada interacción con el clínico, con fecha de nacimiento, por ejemplo, De tal manera se evita la confusión de pacientes. También se interroga al paciente para que confirme el propósito del contacto, por ejemplo: “De cual ojo le vamos a operar su catarata?” Entonces se hace una marca en el lado correspondiente de la frente.

Las citas son por hora y absolutamente puntuales. Hay excepciones que no duran más de 30 minutos, tras los cuales se instruye al paciente para que pregunte por qué no se ha llamado. Es mi opinión que tal sistema debería implantarse en Puerto Rico. El llenar la sala de espera con pacientes que deban esperar muchas horas no tiene justificacion. Si la razon es la no comparecencia del paciente a su cita, como tristemente es frecuente en la isla, entonces debe legislarse para que el paciente se reponsabilice por las ausencias, algo que prohiben muchas aseguradoras. Estas contribuyen al caos.

LA QUIMIOTERAPIA

Atravesamos nuestras vidas oyendo, pensando, presenciando la aplicación de
quimioterapia a pacientes con padecimientos específicos. Todos conocemos a alguien que ha recibido o está recibiendo esta modalidad terapéutica. Otra cosa es ser el objeto de esos tratamientos en nuestra propia persona y el impacto psicológico cuando somos los propios receptores de esa terapia.

LA EXPERIENCIA INDIVIDUAL

El efecto de esos tratamientos es por supuesto diferente para cada paciente. En mu-chos casos, por ejemplo se experimentan nauseas, anestesias, caída de pelo (total o parcial), diarrea, cambios en el turgor de la piel, anorexia, cansancio, mal sabor en la boca, impacto sobre la apariencia física, y otros efectos secundarios. A veces los mis-mos ocurren tardíamente. Recordemos que los agentes atacan cada célula en proceso de crecimiento y tienen un carácter toxico.

El mayor impacto es sobre las mujeres, pues el aspecto de su personalidad se refleja grandemente a través de la presencia y aspecto del pelo. Es una expresion de feminidad al punto que en ciertas esferas religiosas se exige el cubrir el cabello con una prenda de tela o con una mantilla para desenfatizar su naturaleza como objeto sexual.

El hombre, por el contrario, encuentra más fácil el perder o simplemente afeitar la can-tidad de pelo que pueda restar luego de los tratamientos. En mi caso particular, y asumo que no estoy solo en ese grupo, el impacto mayor de la pérdida parcial de pelo es el impacto en la Imagen Corpórea.

Todos crecemos acostumbrados a nuestro aspecto físico, según este cambia a través de los años. Somos de los pocos animales que nos reconocemos en el espejo. Nos cambia el tamaño de los zapatos, la correa, incluso a veces el tamaño de la gorra o el sombrero. Aceptamos con más o menos conformidad esos cambios, incluso cuando aparecen las arrugas y las canas. Pero en cada caso mantenemos una imagen corpórea específica, con carácter de continuidad, como si fuera nuestra huella digital corpórea. Otro cantar es cuando esa imagen cambia súbitamente, como sucede al perder el pelo de momento, como sucede cuando alguien pierde una extremidad, o cuando sucede algún cambio similar, pero en cada caso súbito.

La nueva reflexión en el espejo no concuerda con el engrama previo y representacion mental de nuestra imagen corpórea, a la cual estábamos tan acostumbrados. Esta nu-eva realidad equivale a un “culture shock”, como si nos trasplantaran a otra realidad.

Pienso que en mi caso particular me ha servido de ayuda el haber estado en un psi-coanálisis personal por espacio de cinco años, cinco veces a la semana, once meses del año. Eso me ayudó en ocasiones anteriores y al parecer me está ayudando ahora. Aun cuando la persona pueda experimentar momentos de debilidad, en virtud de mantener contacto con la realidad y evitar la negación, se protege uno de desarrollar una depresión. Solo se experimentan momentos fugaces de tristeza.

Siempre he tratado de ser franco, a veces en demasía. Quizás me he excedido en oca-siones al compartir abiertamente los detalles de mi estado nosológico. Un pariente me confesó, por ejemplo, que no debía ser tan abrupto y debería “dorar la píldora” un poco con una ligera capa de azúcar. Pero aunque uno crece y aprende a través de los años, también es cierto que uno debe perseverar con los rasgos de una personalidad inte-grada y consistente.

Al compartir mis experiencia espero contribuir a una mayor empatía con aquellos pa-cientes que padecen una condición que no hemos experimentado, ni se diga de ayudar a mejor conocer algunas de estas dimensiones cuando la condición nos toca a nuestra propia puerta. Con la esperanza de proveer esa ayuda es que me inspiro a compartir estas líneas.

Mis respetos a todos ustedes.