Thursday, May 13, 2021

Jose Galarza Torres

Mi padre José Galarza Torres, a quien apodaban cariñosamente Cheo, nació en las montañas de Adjuntas y se fue a Ponce, al sur de Puerto Rico huyendo de su padre Lucas Galarza Nieves, hijo de Anacleto Galarza Machado, cuando la yegua que Cheo cabalgaba se cayó por un barranco y se desnucó. Mi padre escapó de la casa por miedo a la represalias de su propio padre. Con solamente tres grados de escuela elemental, Cheo se estableció en su adolescencia en Ponce. El trabajó inicialmente en una panadería en el barrio Bélgica al sureste de la ciudad, luego en un colmado en la esquina de la calle Central y Calle 6 del barrio Clausells, al noroeste de Ponce. Esta colmado era de don Pedro Cortés. Con la ayuda de su cuñado José Torres, Cheo administró luego un colmado en la Calle 4 esquina Calle Colón. Todavía el edificio de madera color amarillo, depilado, está en aquella esquina. Luego cambió a un trabajo todavía humilde pero de más exposición social. Manejó un carro público que transportaba las personas por unos $0.25 a lo largo de la calle Villa desde Clausells hasta la Plaza Las Delicias de Ponce y de vuelta. Luego fue dueño de un taxi en Star City Taxi. La madre de Cheo, Juana Torres, natural de Adjuntas era hija de Luis Cuveljé Armstrong, quien fue alcalde de Adjuntas en el 1871. Juana era hija de Tomasa Torres. El padre de Juana, Luis, no la reconoció como su hija. Se dice que Luis Cuveljé murió durante la guerra hispanoamericana. Estaba activo en el ejército español que defendió la isla frente al ejército americano en el 1898. Con Lucas Galarza Nieves, Juana tuvo nueve hijos, de los cuales cuatro eran varones. Mi padre era uno de los hijos mayores. Anécdotas sobre Cheo: Una vez viajó de Adjuntas a Ponce en automóvil público con un dedo pillado en la puerta del auto. No se atrevía a decir lo que le sucedía. Otra vez mientras se divertía en la estrella (ferris wheel), mareado y con miedo a vomitar a las personas debajo de él, llenó de vómito los bolsillos de su gabán blanco. Luego abandonó el gabán en la letrina de su casa, colgándolo en un clavo en la pared. Puedes ver un retrato de mi padre vestido de blanco. Una tercera anécdota. Ya casado con mi madre, durante un pasadía familiar en el área de Marueño en Peñuelas, una madre que estaba cerca del lugar perdió su pequeña hija por los montes. Cheo se fue carretera abajo en su auto hasta que vio la niña subiendo por una colina, la llamó, la subió al auto y la devolvió a su madre. Por ese acto de generosidad mi madre diría ese mismo día que Cheo se había ganado el cielo. En 1989 minutos antes de su muerte de un infarto cardíaco en San Antonio, Texas mi padre estuvo bromeando, de pie, sin dificultad respiratoria y con tubos y agujas insertados en las venas de los brazos. Lo visitábamos en ese momento Fernando Luis Ortiz Galarza, Carlitos Ramos y yo en el cuarto del hospital. Admirable actitud ante la enfermedad!